¿Cómo afrontaste los personajes de Monster High y la tarea de crear un libro sobre ellos?
LH: Mattel ya había creado una serie de muñecos sobre los personajes y, la verdad, meinspiré mucho en ellos. ¿Los has visto? Son muy atrevidos y están tan cargados de
personalidad que me quedaba mirándolos y me preguntaba cómo se comportarían,
qué harían cuando estuviesen nerviosos, felices, avergonzados, enamorados…
Saber que se trataba de los hijos adolescentes de monstruos famosos hizo que las
cosas echaran a rodar. Me encanta utilizar sus rasgos de monstruos como metáforas
de la adolescencia. Por ejemplo, Claudeen, con lo peluda que es y lo mucho que se
avergüenza por ello. Me acuerdo perfectamente de cuando comenzó a crecerme el
vello en las axilas: caminaba con los brazos pegados al cuerpo. Frankie, la nieta de
Frankenstein, chisporrotea cuando se pone nerviosa: yo no paraba de ponerme
rojísima. Lala no sonríe para ocultar sus colmillos: yo llevé aparato cuatro años. Y la
lista sigue y sigue… Así que, en cierto sentido, mi relación con todos los personajes
es muy cercana. A cualquiera que haya pasado o esté pasando por la pubertad le
resultará sencillo identificarse con los personajes.
¿Qué similitudes hay entre The Clique y Monster High?
gusta escribir sobre los problemas con los que todos nos tropezamos al hacernos
mayores, pero intento presentarlos de un modo divertido. Las camarillas (cliques)
pueden ser algo horrible. Las rarezas y el aislamiento al que se enfrentan los
monstruos en Monster High son horribles. Mi objetivo es enseñar de una forma
divertida al lector el respeto por uno mismo y por los que le rodean. Lo hago en
todos mis libros.
¿Cómo eras tú en el instituto?
amistad con todo tipo de gente. Hice muchos amigos entre los chicos, porque con
ellos, las cosas eran más simples y divertidas. Me iba la gente «menos popular», casi
siempre me resultaban más interesantes. Me encantaba tener estilo, pero odiaba la
moda. Intenté iniciar mis propias modas: algunas calaron, en cuanto a otras, todavía
estoy intentando librarme de sus consecuencias (llevar dos botas diferentes). Sé
cómo se ven las cosas desde todas las posiciones de la escala social, desde lo más
alto a lo más hondo, y eso me facilita el describir las emociones de mis distintos
personajes.
¿Cómo te mantienes al día con lo que sucede en el mundo juvenil?
tampoco es que mi interior haya cambiado mucho desde que era una adolescente.
Ahora lo puedo observar con algo más de experiencia. En cuanto al exterior —
Internet, revistas, películas, televisión—, la verdad es que resulta bastante fácil.
¿Cuándo supiste que querías ser escritora?
LH: Siempre quise serlo, es lo único que de verdad me gustaba hacer, y lo único que sabíahacer: era un desastre en deportes y muy mala estudiante. No era capaz de
concentrarme, mi imaginación siempre estaba volando por ahí… Mi madre ha sido
siempre mi mayor apoyo —es muy creativa—, me llevaba a ver obras de teatro y
me hacía sentir que cualquier cosa era posible. Y aún lo hace.
¿Llevas un diario?
me sentía incomprendida (ya lo sé, ¿quién no?), pero el hecho de escribir en mi
diario me proporcionó un medio de hablar conmigo misma y solucionar mis
problemas sin llegar a ser conocida como «la loca que va por ahí hablando sola».
Estuve escribiéndolos hasta 2003, cuando empecé con las novelas. Ahora liquido a
mis fantasmas en público. Llevo un cuaderno a todas partes y lo utilizo para tomar
notas sobre las cosas que me suceden en mi vida cotidiana: nombres, prendas de
vestir, conversaciones divertidas, ideas para una historia… Siempre lo reviso antes
de empezar un libro nuevo. Es increíble cuánta inspiración puedes obtener al entrar
en la tienda de una gasolinera o al meterte en el metro. Los desconocidos son una
fuente inagotable de material fantástico.
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